domingo, 22 de enero de 2012

La UNASUR como reaseguro de paz. Una propuesta sobre la cuestión Malvinas.

Eugenia Migliori – Generación Política Sur



A partir de la administración de Néstor Kirchner y durante la primera presidencia de Cristina Fernández la política exterior argentina dio un giro sustancial respecto de sus predecesores. La firme decisión de abordar la problemática de Malvinas en todos los ámbitos multilaterales cobró cada vez más fuerza, tornándose una cuestión central de la agenda exterior del país. En sintonía, inauguraron una nueva época de hermandad latinoamericana, la cual se tradujo en el fortalecimiento del MERCOSUR por un lado, y en la creación de la Unión de Naciones Suramericanas por otro. Pese a que la institucionalización de la UNASUR se logró recién hace menos de cuatro años, la cancelación de la deuda con el FMI, la muerte del ALCA, y la decisión de priorizar los vínculos con América del Sur ya mostraban cuáles serían los pilares que guiarían la política exterior de Argentina a partir del 25 de Mayo de 2003.

La UNASUR participó activamente en cuatro situaciones de conflicto y tensión diplomática en la región. El primer reto lo tuvo con la crisis doméstica que sufrió Evo Morales, ocasión en que Cristina Fernández y la entonces mandataria chilena Michelle Bachelet convocaron a una reunión de urgencia en Santiago para tratar el tema. La mandataria argentina siguió muy de cerca el conflicto boliviano y participó activamente en la Cumbre que terminó resolviendo el conflicto, a partir de la creación una Comisión Investigadora por los crímenes acaecidos, devolviendo de ese modo la institucionalidad al pueblo boliviano.

Un año después fue Cristina Fernández quien convocó, en agosto de 2009, a una reunión de urgencia en Bariloche para solucionar las controversias generadas a partir del intento de instalación de bases norteamericanas en Colombia. El entonces mandatario Álvaro Uribe avanzaba en un proyecto que pretendía ceder territorio colombiano al gigante del Norte para la instalación de siete bases militares, y dejaba la puerta abierta para el establecimiento de varias más. Ante esto, los mandatarios de Venezuela y Ecuador realizaron sus quejas y, atinadamente, la UNASUR se reunió en Bariloche para tratar la temática, considerando la delicadeza del tema que implicaba la extensión del patio trasero norteamericano en América del Sur. La Cumbre no pudo evitar que se firmara el acuerdo entre Estados Unidos y Colombia, pero generó posteriores reuniones entre los Ministros de Defensa de la región para que siguieran primando criterios de transparencia y respeto mutuo, fortaleciendo de tal modo a América del Sur como una zona de paz.

Un año después Néstor Kirchner, como Secretario General del bloque, se hizo presente en Colombia primero y en Venezuela después para resolver el problema suscitado a partir de las declaraciones del entonces presidente Uribe sobre Chávez. A días de que Uribe dejara el cargo, que había ocupado durante ocho años, y con la victoria de Juan Manuel Santos, Néstor Kirchner se trasladó a la región andina para reunirse con el flamante presidente colombiano y con Hugo Chávez para destrabar un conflicto que escalaba diariamente y que llegó a generar la movilización de tropas en las fronteras. Con diplomacia Kirchner resolvió el conflicto, que se plasmó en los Acuerdos de Santa Marta, devolviendo la paz a dos pueblos que se supieron siempre hermanos.

Unos meses después, otro reto puso en vilo a la región: el intento de golpe de Estado que pretendió derrocar al presidente ecuatoriano Rafael Correa. La región se paralizó ante las imágenes de tensión que se vivían en el país andino. Ante esto Néstor Kirchner no dudó en convocar a una reunión de urgencia en Buenos Aires para conjurar el levantamiento y de esa manera defender la democracia y el orden institucional. La presión ejercida por la veloz reunión realizada en el Palacio San Martín amedrentó a los golpistas, quienes finalmente se rindieron. Producto de esta reunión fue la inclusión, dos meses después, de la Cláusula Democrática en el Tratado Constitutivo de la UNASUR.

Hace apenas un mes, en la reunión del MERCOSUR donde Argentina asumió la presidencia pro témpore, los países decidieron impedir el arribo de barcos ingleses (“con bandera ilegal de las islas Malvinas”) a sus puertos. La tensión diplomática cobró fuerza en las últimas semanas, y el primer ministro británico Cameron, quien enfrenta graves problemas domésticos, decidió reforzar la seguridad en las Islas, a la vez que tildó de “colonialista” a nuestro país. Ante esta situación el Canciller Timerman y diferentes funcionarios del gobierno instaron a Inglaterra a dialogar y a atenerse a las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas. Sorpresivamente Estados Unidos pidió el diálogo entre ambos países, y en simultáneo Timerman –en gira oficial- recibió el apoyo de las cancillerías de América Central. Por su parte los países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas volvieron a pronunciarse a favor de Argentina, respaldando al gobierno de Cristina Fernández en su firme decisión de sentarse a negociar.

La efectividad de UNASUR como un reaseguro de la región ostenta un orgulloso ciento por ciento en la solución de controversias. Aunque la voluntad de los países de América del Sur haya sido fielmente expresada de diversas formas en los últimos días, y más allá de la Declaración Presidencial sobre las Islas Malvinas de la entonces Comunidad Sudamericana de Naciones (diciembre de 2006) y de la Declaración de Jefes y Jefas de Estado en ocasión de la asunción de Néstor Kirchner como Secretario General (mayo de 2010), es de esperar que la presidencia de UNASUR –que en este momento ejerce Paraguay- convoque a una nueva Cumbre Extraordinaria que se pronuncie de modo institucional respecto del tema.


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