viernes, 2 de septiembre de 2011

Contra la especulación y por los consumidores

Con el apoyo decisivo de la Unasur, el brasileño José Graziano da Silva logró ser designado presidente de la FAO. Ayer estuvo en la Argentina, donde defendió la regulación de los precios agrícolas para combatir la especulación.

“Hay que fijar algún tipo de regulación sobre el precio de los commodities agropecuarios para beneficio de los consumidores y evitar la especulación. Los países tienen que transparentar su información, dar cuenta de cuál es el stock disponible y las previsiones de cosecha. Las materias primas no deben ser tratadas como activos financieros.” Esta reflexión corresponde al brasileño José Graziano da Silva, que a partir del 1º de enero de 2012 será el nuevo titular de la FAO, el organismo de la ONU encargado de garantizar la seguridad alimentaria. El funcionario estuvo de visita en la Argentina y mantuvo ayer un encuentro con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y con las autoridades del Ministerio de Agricultura, a cargo de Julián Domínguez. Graziano Da Silva salió electo luego de una fuerte compulsa con los países europeos, pero pudo imponerse a partir de la acción coordinada de la Unasur y otros países en desarrollo. “Es el momento de la cooperación Sur-Sur”, sostuvo el futuro titular de la FAO.

El organismo internacional está conformado por 191 países. Graziano obtuvo un total de 98 votos y compitió contra dos representantes de la Unión Europea. El funcionario fue impulsado por la Unasur, en tiempos de Néstor Kirchner, junto al ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. “Si hay una región que pueda comandar la reorganización de la FAO a nivel mundial es América latina. Apostamos a la construcción colectiva, donde Argentina es uno de los mayores jugadores en el mercado mundial de alimentos”, señaló el brasileño, quien ya visitó Bangkok, El Cairo y otras regiones de Africa.

Durante la última reunión del Grupo de los 20, integrado por países desarrollados y emergentes, el tema central de discusión fue la crisis internacional y su impacto en el precio de los commodities agropecuarios. En este sentido, uno de los principales objetivos de la FAO para los próximos años será recomendar políticas para atenuar cualquier impacto que dificulte el acceso a los alimentos.

“Durante la década pasada, la desregulación era el paradigma dominante. Pero ese sistema fracasó. La supuesta autorregulación debe estar guiada y controlada”, manifestó Graziano da Silva durante una conferencia de prensa realizada en el Ministerio de Agricultura. Bajo el supuesto de que los mercados financieros seguirán trasladando su volatilidad hacia los alimentos, el próximo titular de la FAO propone “generar mecanismos de coordinación y regulación entre países para garantizar la seguridad alimentaria”.

Entre algunas recomendaciones, el funcionario citó la posibilidad de que los países garanticen un stock de alimentos para su población o reduzcan aranceles a la importación, en el caso que sea necesario. En relación con los cupos de exportación, Graziano manifestó que “no son recomendables como política general, pero cada país tiene la potestad de aplicar las propias políticas para defender su seguridad alimentaria”. Con esta respuesta, el brasileño sorteó una pregunta que apuntaba al control que ejerce el Gobierno sobre el mercado del trigo y la carne.

Sobre este tema, también intervino Julián Domínguez. Desde su óptica, unas de las formas para poder controlar la volatilidad del sector agropecuario pasa por quién ejerce la titularidad de la tierra. En este sentido, insistió en la necesidad de que el Congreso sancione la norma que prevé limitaciones a la compra por parte de empresarios extranjeros.

Más allá de reconocer la volatilidad que tienen las materias primas agrícolas, en el Ministerio de Economía afirman que, a diferencia de la crisis de 2008, en esta oportunidad los commodities no están tan afectados por la crisis internacional. Para la FAO, los precios internacionales están hasta un 50 por ciento por encima de los valores del año pasado y un 20 por ciento superiores a 2008 a nivel mundial. En América latina, el impacto sería menor.

Según Graziano, con la primera crisis originada en las hipotecas subprime, los commodities aumentaron de manera exponencial y en un corto período, por lo que los países no tuvieron la capacidad de reaccionar a tiempo. “Además, estaba el componente de la recesión. En realidad, los pueblos se vieron más afectados por el freno de la actividad económica que por el aumento de precios”, señaló el visitante.

En esta oportunidad –explica el funcionario de la FAO–, los países lograron aplicar políticas como la transferencia de recursos directos (aunque no lo mencionó, podría ser el caso de la Asignación Universal por Hijo) y bonos alimentarios. “Ahora no sólo no hay recesión, sino que los países tienen la experiencia de la última crisis y se prepararon para posibles contingencias”, agregó el brasileño, secundado por Domínguez, Lorenzo Basso, viceministro, y Carla Campos Bilbao, secretaria de Desarrollo Rural.

Como muestra de reconocimiento hacia la Argentina, el año próximo (el 6 de marzo) la FAO organizará en Buenos Aires su 34ª Conferencia regional, con la presencia de los países de América del Sur, Central y el Caribe. El objetivo del encuentro será coordinar proyectos para los años venideros.

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